sábado, 15 noviembre, 2025

Blue mind: por qué vivir cerca del agua mejora tu salud mental, emocional y física, según la neurociencia

A fines de 2018, Marcos Rodriguez Sierra, entonces con 29 años, decidió dejar su vida en Buenos Aires para mudarse a Mar del Plata y estar más cerca del mar. Su necesidad de cambio no fue impulsiva: después de pasar un año viajando casi todos los fines de semana a la costa, sintió que necesitaba vivir en un lugar donde pudiera surfear todos los días. “Recuerdo volver a la ciudad un domingo y pensar «yo me quiero quedar». Llegaba a la oficina y, en vez de abrir el mail, abría las cámaras en vivo del mar para ver a cuatro personas entrando al agua y pensar: «yo quiero ser uno de ellos»”.

La conexión del ser humano con el agua es ancestral. Desde los baños romanos hasta la contemplación del mar al atardecer, el agua ha sido un recurso asociado a la renovación, el bienestar y el equilibrio emocional. Esta experiencia sensorial está lejos de ser solo intuitiva: el contacto con el agua tiene efectos concretos sobre la salud física y mental, y ha sido objeto de numerosos estudios científicos.

El referente más importante en este campo es Wallace J. Nichols, biólogo marino y autor de Blue Mind: La sorprendente ciencia que demuestra cómo estar cerca, dentro, sobre o bajo el agua puede hacerte más feliz, más saludable, más conectado y mejor en lo que hacés (2014), quien sostiene que el entorno acuático reduce el estrés, estimula la creatividad y mejora el bienestar general. Nichols contrapone dos estados mentales: el “Red Mind”, vinculado al estrés crónico y la hiperactividad de la vida moderna, y el “Blue Mind”, asociado con calma, relajación y enfoque.

La neurociencia ha demostrado que entornos acuáticos generan respuestas neuroquímicas beneficiosas: aumentan dopamina, serotonina y oxitocina –hormonas asociadas con el placer– y reducen el cortisol, vinculado al estrés. Estudios como el del Laboratorio de Neurociencia de la Universidad de Exeter muestran que vivir cerca del mar mejora la salud mental. Otro trabajo, de la Universidad de Canterbury (Nueva Zelanda), asoció la cercanía al agua con pensamientos positivos y mejor bienestar.

El concepto de la biofilia marina plantea que nos sentimos atraídos al agua por una cuestión evolutiva arraigada en nuestros cuerpos y cerebrosShutterstock

La psicóloga Mariana Kerestezachi (M.N. 47.483) considera que el contacto con el mar funciona como recurso terapéutico. La especialista -que se mudó a una ciudad costera luego de haber vivido los efectos de vivir cerca del agua en primera persona- hace referencia a estudios que muestran que nadar entre dos y tres veces por semana durante 30 minutos mejora el estado emocional y reduce el riesgo de depresión.

Un proyecto europeo llamado BlueHealth encontró que las personas que viven cerca de “espacios azules” realizan más actividad física, tienen menos enfermedades y presentan niveles más bajos de tensión arterial y cortisol. También indicó que los ambientes acuáticos mejoran el sueño y generan sensaciones de calma y seguridad.

Nichols describe que estar cerca del agua permite desconectar del ruido mental y activar la Default Mode Network, red neuronal que se enciende cuando se producen pensamientos internos como la creatividad o la reflexión profunda. Estudios de la Brighton and Sussex Medical School muestran que sonidos naturales, como el de las olas, activan zonas cerebrales ligadas a la percepción emocional.

Estudios neurocientíficos explican que el contacto con el agua facilita la segregación de hormonas positivas como la oxitocina, la serotonina y la dopaminaShutterstock

Según Nichols, el agua también promueve comportamientos sociales positivos como la empatía y la cooperación, y puede funcionar como refugio emocional durante etapas de duelo o depresión. La geógrafa Catherine Kelly, autora de Espacios Azules, respalda esta visión y señala que la terapia con agua puede ayudar a procesar traumas emocionales.

La experiencia de estar en contacto con cuerpos de agua puede inducir un “estado de flujo”, donde el foco mental se intensifica y las preocupaciones se disipan. Ricardo Gil da Costa, neurocientífico y CEO de Neuroverse, afirma que esto es clave para el descanso mental.

La sensación de asombro que provoca la inmensidad del mar también tiene un efecto terapéutico: ayuda a reducir el ego, mejora el enfoque y pone las cosas en perspectiva.

Kerestezachi, que orgullosa dice que actualmente su forma de terapia es ir al mar, recuerda que, en su práctica clínica, trabajaba junto a un psiquiatra que prescribía nadar tres veces por semana como parte de un enfoque integral para tratar la depresión. “La ciencia confirma lo que muchos ya sentimos: el agua transforma nuestra mente y nuestro cuerpo”.

Las olas activan regiones cerebrales vinculadas con la calma, la creatividad y la introspecciónMRIDULA AMIN – NYTNS

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