miércoles, 9 julio, 2025

La tentación política por la marroquinería

Valijas. Bolsos. Mochilas. Como un loop, un nuevo escándalo desnuda la irrefrenable seducción que parecen ejercer los artículos de marroquinería en la política argentina. Es curioso que, con los avances tecnológicos, aún se lleven y traigan objetos físicos de cierta magnitud.

En nuestra historia reciente saltaron casos resonantes. Es imposible evitar la deducción de cuántos debieron pasar desapercibidos. Muchos. Demasiados.

Cómo olvidar a Mario Pontaquarto, que confesó haber trasladado bolsos con plata para pagar las coimas con las que se pretendía conseguir en el Senado la aprobación de la flexibilidad laboral, en tiempos del gobierno aliancista de Fernando de la Rúa.

Esto no les gusta a los autoritarios

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Los bolsos de José López

Qué decir de las valijas con 800 mil dólares que llegaron a Ezeiza traídas durante el kirchnerismo desde Caracas por el venezolano Antonini Wilson, junto al entonces funcionario Claudio Uberti. O las pornográficas imágenes del exsecretario de Obras Públicas kirchnerista, José López, lanzando bolsos con 9 millones de dólares en un convento de General Rodríguez.

Pendiente el inicio del juicio oral, la causa Cuadernos asomó como el Disney de la marroquinería. Empresarios de obra pública, funcionarios K y choferes traficando de un lado a otro bolsos, bolsas y lo que se encontrara para transportar generosos aportes. Seguramente desinteresados. “Para la campaña”, como intentó justificarse en la Justicia uno de ellos.

Ahora estamos ante un nuevo suceso sospechoso que dispara estos recuerdos, digamos, poéticos. Los fiscales que investigan el hecho detectaron una serie de irregularidades que podrían encubrir delitos. Habrá que ver. Lo que por el momento se sabe es que un avión privado que llegó a Ezeiza desde EE.UU. en febrero pasado, trajo a una única pasajera con alrededor de una decena de valijas y bultos que no fueron controlados en el aeropuerto.

Laura Belén Arrieta llegó con 10 valijas sin controlar a Ezeiza

Esta sensible anomalía se robustece cuando se conoce que la viajera se llama Laura Belén Arrieta, una joven con nutridos contactos políticos en el mileísmo. Arrieta trabaja además para el dueño de la empresa propietaria del avión que la trajo, Leonardo Scaturicce, hombre muy vinculado a los servicios de inteligencia, al asesorísimo Santiago Caputo y a Donald Trump. Es el flamante adquiriente de Flybondi. A propósito: ¿será cierto que la aerolínea low cost tenía “comprador asignado”?

Cuando el colega Carlos Pagni reveló en el verano este episodio el Gobierno salió a negarlo tajantemente. El inefable vocero Manuel Adorni, el mismo que quiere denunciar las supuestas fake news del periodismo crítico, informó que era mentira y que se habían hecho los controles correspondientes.

Adorni no volvió a comparecer a las preguntas de la prensa acreditada en la Casa Rosada desde que la colega Luciana Geuna mostró por TN, el último domingo, los videos y fotos que exhiben la ausencia total de chequeo de la Aduana y la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). Ese material fue dado por la PSA a pedido de los fiscales Claudio Navas Rial y Sergio Rodríguez.

El juez que investiga el caso de las valijas libertarias fue uno de los involucrados en el escándalo de Lago Escondido

Al respecto, circulan múltiples intrigas palaciegas en el Gobierno sobre por qué la PSA, que depende del Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich, no alertó de la existencia de las imágenes que desmentían la posición oficial libertaria. ¿O sí avisó y alguien evitó transmitir la novedad?

La resonancia del suceso acaso opaca la aparición de otras imágenes controvertidas: aquellas que muestran a uno de los protagonistas claves de la estafa $Libra, Mauricio Novelli, sacando en mochilas vaya a saberse qué de sus cajas de seguridad en una sucursal bancaria. Ocurrió justo, pero justo, poco antes de que estallara el escándalo con esa criptomoneda que promocionó Javier Milei.

Qué difícil parece ser resistirse a la tentación marroquinera.

ML

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