Por Carlos Abel Olivera.
En un enfoque innovador para la administración del país, se propone la transformación de los departamentos de Uruguay en «cantones» autónomos, cada uno con la capacidad de gestionar sus propios asuntos internos.
Esta visión descentralista sugiere que únicamente las Relaciones Exteriores permanecerían a nivel central, financiadas por aportes de los cantones y asesoradas por un cuerpo consultivo, eliminando así la burocracia centralizada y promoviendo una competencia administrativa interna.
Estructura del federalismo cantonal
Cada uno de los 19 departamentos uruguayos se convertiría en un cantón con autonomía legislativa, fiscal y administrativa. Esto permitiría:
-Diversidad de Políticas: Desde Montevideo, que podría optar por mantener un gobierno robusto con múltiples ministerios, un IVA del 30% y un IRPF progresivo, hasta un cantón como Flores, que podría elegir un gobierno mínimo con impuestos más bajos, sin IRPF y con cargos honoríficos. Esta diversidad abre la puerta a la experimentación política y económica dentro de un mismo país.
-Competencia por Residentes e Inversiones: Al tener diferentes políticas, cada cantón estaría en competencia no solo entre sí, sino también con el mundo por atraer a personas e inversiones.
Esto podría fomentar la innovación en la gestión pública, ya que cada cantón buscaría ofrecer las condiciones más atractivas para vivir y hacer negocios.
-Autonomía Económica: Los cantones fronterizos, por ejemplo, podrían gestionar su economía en función de las realidades cambiarias con Argentina o Brasil, sin esperar a decisiones de Montevideo.
Esto podría mejorar significativamente la adaptabilidad y eficiencia económica local.
Beneficios de la descentralización
-Eficiencia Administrativa: Al descentralizar, se eliminan duplicidades en la administración pública. Cada cantón gestionaría sus propios recursos y necesidades, reduciendo el tamaño y costo del gobierno central.
-Responsabilidad y Transparencia: Con menos capas de gobierno, la rendición de cuentas se simplifica. Los ciudadanos pueden ver más claramente quién es responsable de qué, lo que puede aumentar la transparencia y la eficacia de la gestión pública.
-Proximidad al Ciudadano: La administración cercana al ciudadano permite una respuesta más ágil a las necesidades locales, ya que los gobiernos cantonales estarían más inmersos en la realidad cotidiana de sus áreas.
El federalismo propuesto no es solo una redistribución del poder, sino una filosofía de gobierno que encaja con las realidades contemporáneas:
-Innovación Política: Permite que diferentes regiones experimenten con distintas formas de gobierno y políticas públicas, sirviendo como laboratorios de democracia y economía.
-Autonomía Cultural y Regional: Respeta y fomenta la identidad y las particularidades de cada región, potenciando el desarrollo cultural y económico local.
Reducción del conflicto
Al permitir a las regiones gestionarse según sus deseos, se reduce la tensión entre regiones con intereses divergentes, fomentando una cohesión nacional a través de la diversidad.
Este modelo de federalismo cantonal podría transformar Uruguay en un país donde la administración pública se adapta dinámicamente a las necesidades de sus ciudadanos, promoviendo no solo el bienestar económico sino también la satisfacción política y social.
La posibilidad de «votar con los pies» dentro del propio país ofrece una alternativa a la emigración, conservando el capital humano y cultural dentro de las fronteras orientales.