El día que se creó el FMI y el sometimiento actual de Argentina

“El acuerdo stand by de 1976 por primera vez y única vez estableció como condicionalidad la limitación de los aumentos salariales y el mantenimiento de la libertad de precios. Estas son medidas usuales de los programas del Fondo, para disminuir la demanda agregada reduciendo el salario real, pero su impopularidad generalmente las disimula en los memorándums de política económica.” [1]

Desde LID Historia me propusieron que escribiera para la serie “La cita” en referencia a la fecha en que entró en vigencia el convenio constitutivo del FMI, que fue el 27 de diciembre de 1945. El organismo multilateral surgió de la conferencia de Bretton Woods en 1944, antes de la culminación de la Segunda Guerra Mundial, y comenzó formalmente sus actividades en 1945. En dicha conferencia se avaló el nacimiento de un nuevo orden monetario internacional con la supremacía del dólar para consolidar la hegemonía económica, política y militar norteamericana.

El Fondo lleva en funciones ocho décadas y tenemos años de historia turbulenta con el organismo. En la actualidad en la Argentina estamos viviendo otra temporada con el FMI bajo el gobierno de Milei y no está solo, su mayor accionista, Estados Unidos, de la mano de Donald Trump, también está interviniendo en nuestro país. Los salarios están encorsetados bajo este gobierno tras una fuerte caída. Por eso aunque se trate de contextos distintos me pareció pertinente la cita de Noemí Brenta, doctora en Economía (UBA), quien analizó en profundidad la relación de Argentina con el FMI.

Te puede interesar: Republic of Argentina: el rumbo económico tras el triunfo electoral bajo el comando de Trump

El gran saqueo al salario

Noemí Brenta en su libro Argentina atrapada. Historia de las relaciones con el FMI 1956-2006 enfatiza sobre el derrumbe del poder adquisitivo del salario como uno de los logros de la dictadura. Según publica Fundar en base a datos del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (CEPED) e Indec, entre 1974 y 1977 el salario real se hundió 41%. Fue un duro golpe del cual el poder de compra no se recuperó nunca. En las décadas siguientes se observan caídas en los períodos de crisis como en 1982, la hiperinflación, 2001, luego en los períodos de crecimiento económico, el salario no se recuperó del ataque histórico iniciado en 1976. El poder adquisitivo mejoró en la posconvertibilidad, pero no llegó a los niveles previos a la dictadura. En 2023 el salario real era un 30% más bajo que en 1974.

Desde 2018, cuando volvió el FMI al país, los datos del Indec muestran un nuevo desplome del poder de compra de los salarios de la clase trabajadora, que hasta la actualidad suma otra caída adicional que es del 21%. Si bien el Frente de Todos denunció el endeudamiento irregular del macrismo finalmente terminó archivando sus declaraciones y negoció un nuevo acuerdo con el Fondo. La promesa de recomponer los salarios no se cumplió y siguieron en descenso con una inflación por las nubes, que erosionó el poder de compra.

La Libertad Avanza propinó un fuerte ataque al salario y mantiene las paritarias congeladas. Así, Milei y Caputo impusieron, gracias a la complicidad de los dirigentes sindicales, lo mismo que estableció como condición explícita el acuerdo stand by de la última dictadura “la limitación de los aumentos salariales”. El poder adquisitivo de los salarios registrados está por debajo de los niveles de noviembre de 2023. Así, un informe del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires reflejó que siete de cada diez trabajadores perciben un ingreso que no cubre la Canasta Básica Total, que en noviembre de 2025 se ubicó en $1.257.329 para un hogar tipo. Se trabaja más y no se llega a fin de mes, resuena con fuerza el pluriempleo y los denominados trabajadores pobres.

El desplome del poder adquisitivo del salario es solo una de las medidas que resume el alcance de largo plazo de las políticas del Fondo y es el resultado de las contrarreformas y del ataque a las condiciones laborales, el avance de la precarización y la flexibilización laboral. El FMI argumentó que para estimular el crecimiento económico “Argentina requería flexibilizar el mercado laboral, proceso que se puso en marcha a través de pasos sucesivos, a partir de 1995, culminando en el año 2000 con la sanción de una controvertida ley, aprobada con la distribución de sobornos entre los legisladores.” [2] Otra vez suenan los tambores de guerra con el proyecto de reforma laboral que impulsa el gobierno de Milei en el Congreso. Según lo definió un informe de la CTA es el mayor ataque contra los derechos de los trabajadores desde la última dictadura genocida de 1976.

Brenta advierte que entre 1982 y 2001, el país estuvo el 81% del tiempo bajo la tutela del Fondo. El desempleo subió de 5,7% en abril de 1982 al 22% en abril de 2002. La pobreza, medida por ingresos, que en 1974 afectaba a menos del 10% de la población escaló hasta alcanzar el 55% en 2002. La década de los noventa, que este Gobierno elogia tanto y estuvo comandada por el FMI, terminó en la crisis de 2001.

Salir del Fondo

Los recursos que entrega el Fondo no son para mejorar la educación o la salud o las rutas. El FMI asiste a los países solo para que estos puedan seguir pagando deudas, con dinero aportado por el organismo, a cambio de que ajusten severamente su gasto público y su balanza de pagos para volver a la rueda del endeudamiento en los mercados lo antes posible.

Te puede interesar: Caputo, la ilusión del “dólar barato” y la fallida estrategia del endeudamiento permanente

Brenta explica que el enfoque monetario de la balanza de pagos del Fondo recomienda que “los déficit fiscales deben financiarse con deuda pública en los mercados de capitales” [3]. Siguiendo esta mismo receta el gobierno de Milei y Caputo busca volver a los “mercados” y poder reiniciar el ciclo de endeudamiento para pagar los vencimientos. Eso es lo que ya hizo el actual ministro de Economía, Luis Caputo, durante el macrismo cuando ocurrió la crisis cambiaria «yo creo que de mediano y largo plazo no hay mal que por bien no venga, es lo mejor que nos pudo haber pasado, esto nos obligó a ir a pedir el crédito al Fondo Monetario y esto da mucho mayor certidumbre particularmente con el financiamiento” (diálogo con radio Mitre). Para la clase trabajadora la historia no terminó bien.

¿Y qué hacemos? “La deuda pública externa es resultado de la condición dependiente de una formación capitalista como la argentina, y al mismo tiempo mecanismo de su perpetuación”, afirma Esteban Mercatante en su libro Salir del Fondo [4]. Continuar en el negocio de la deuda, pagar todo lo que se pueda ajustando, y reestructurar cuando no se puede pagar, solo beneficia a los empresarios que necesitan que sus negocios continúen integrados en los circuitos financieros internacionales.

La clase trabajadora padece desde hace décadas las consecuencias de pagar la deuda. En el libro de Esteban pueden encontrar con mayor profundidad qué propone la izquierda, y que sí, existe otro camino alternativo a reestructurar la deuda o el default. Necesitamos construir la fuerza política y social que plantee el rechazo a las exigencias del FMI, el repudio a una deuda fraudulenta como parte de un programa de conjunto de respuesta a la crisis.

Acerca de la autora

Monica Arancibia es economista (UBA), trabajadora estatal y militante del PTS.

Te puede interesar: “La cita”. Henri Lefebvre y el Día Mundial del Urbanismo, por Nehuen Brat