jueves, 18 diciembre, 2025

Luis Tonelli: Milei quería el Nobel de Economía, pero merece un Oscar al mejor actor

Luis Tonelli, politólogo y profesor en la Universidad de Buenos Aires, aseguró que Javier Milei «tiene muchas caras» y «merece un Oscar al mejor actor». En diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), afirmó que el estilo confrontativo y las «bravuconadas» del Gobierno responden a que se trata de una gestión “institucionalmente famélica”.

Luis Tonelli es un reconocido politólogo graduado en Ciencia Política en la Universidad del Salvador. Además, cuenta con estudios de posgrado en la Universidad de Oxford. Se desempeña como profesor titular de Política Argentina en la Universidad de Buenos Aires y ha sido director de la carrera de Ciencia Política durante tres períodos. Ocupó cargos públicos como director general de Planificación Estratégica de la Presidencia de la Nación y coordinador de Relaciones Institucionales en el Banco Provincia.

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Para Miguel Ángel Pichetto, el modelo prepotente que utiliza el Gobierno es contraproducente con sus objetivos, como por ejemplo provocar con algo que sabía que no podía pasar, que era colocar en el presupuesto el artículo 75 en el presupuesto, que derogaba leyes que tenían dos tercios del Congreso anterior. ¿Esas actitudes que parecen bravuconadas terminan siendo conducentes? ¿Ese estilo de Javier Milei, más violento de oralidad y prepotencia en cuanto a modales, resulta eficaz para materializar sus objetivos?

Acá hay un tema central para explicar este comportamiento, que no es solamente la personalidad de Milei, porque Milei tiene muchas caras. Milei quería el Nobel de Economía, pero merece un Oscar al mejor actor. Es alguien que actúa según las circunstancias. Ahí tenés un mecanismo, que pasa por un lado por la crueldad. Es un gobierno que ha exhibido impúdicamente crueldad, y también está esta cuestión de las bravuconadas. Creo que la raíz de este problema es que es un gobierno institucionalmente famélico. Es un gobierno que creo que es libertario porque no tiene capacidad para controlar el Estado. Entonces dice: “No, no me interesa el Estado”. Es un gobierno que nació chiquito, y aparte se formó en hora. Entonces, lo que tenés ahí es un equivalente funcional al verdadero poder.

Cuando iba al Luna Park, ante una piña así estruendosa, mi tío Norberto decía: “Piña que suena no duele”. Cuando vos hacés bravuconadas es lo mismo que le pasa al machito cuando es prepotente. Vos sos prepotente porque sos impotente, entonces hay toda una sobreactuación. Y vos sabés muy bien, porque eso es un gran lector de Maquiavelo, que gobernar es hacer creer. Este es un gobierno al que el concepto de lo líquido de (Zygmunt) Bauman le queda chiquito. Esto ya es gaseoso, hipergaseoso. Es un gas raro.

Ahora, por supuesto está en consonancia también con cómo se piensa la economía, una economía de signo simbólico y financiero. Hay un país excluido, pero mientras dure esta cuestión de la estabilidad macro, gobernar el país no es poblar, es mantener el dólar estable. Los que tenemos canas sabemos esto. Entonces, el Gobierno, por ahora, ha sido muy eficaz en esto de gambetear en una baldosa. Ahora, es paradójico, porque uno pensaría que un gobierno que quiere transformar una sociedad demanda estrategias y una planificación del cambio. Pareciera que hoy los argentinos pensamos que se va el Estado y renace la sociedad. Una sociedad de mercado necesita actores de mercado, y en la Argentina no los tenemos porque no tuvimos ese andamiaje social que sí tienen otros países.

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Según decía, es libertario porque no tiene capacidad para llevar adelante la administración de algo tan complejo como un Estado. Es algo chiquito, no tenía estructura, no tenía equipos. Por lo tanto, ser libertario era funcional para decir: “El Estado no me interesa, entonces no necesito equipos porque no lo voy a administrar”. Son formas de desligarse de tareas que no tiene la capacidad de llevar a cabo. Esa prepotencia que él muestra, que entiendo resulta funcional de la impotencia, en la medida en que la sociedad no ve que el rey está desnudo durante estos dos años, le funcionó…

Claro, porque aparte se colocó en contra del pasado, y en esa bisagra Milei captura el vector ideológico de todas las sociedades, que es la bronca, el odio y una cosa reactiva. Porque, ¿dónde está la mía? La globalización no cumplió con las expectativas. Eran expectativas desmedidas. En un momento parecía que te iban a pagar el pasaje para viajar. Lo que pasó en el mundo, como el desacople China–Estados Unidos, la guerra o la pandemia, pusieron límites a la circulación del dinero. La globalización necesitaba ingentes cantidades. Teníamos un Tiffany en cada esquina en Londres,

Eso se rompió, generó un resentimiento, y ese resentimiento es contagioso. En la Argentina elegimos a alguien que pudiera putear por nosotros. Es un gobierno de oposición. El discurso de Milei siguió siendo un discurso de oposición cuando fue gobierno. Ahora, tenemos problemas de infraestructura y macro gravísimos. La Argentina es un país atado con alambre, y puede pasar cualquier cosa. Entonces, la cuestión de la civilidad pareciera fundamental cuando no tenés poder. Esto es un truquito, es un gran ilusionista, un gran influencer. Esa es la profesión de Milei. Tenemos un gobierno de un trader que consigue dólares y de un influencer profesional, pero vos sabés muy bien que el estómago no se alimenta de gases.

El hambre no espera, decía Saúl Ubaldini. ¿Y vos creés que eso está germinando y va a terminar de emerger en el segundo semestre del año próximo?

Una cosa es el malestar individual, y otra cosa es cómo se traduce esto en acciones colectivas. Siempre pensamos de chicos que la unión hace la fuerza. En el tema de la pobreza, como generador de activismo, la Casa Rosada tendría que estar quemada. Cuando era chico había 4% de pobreza, y ahora casi la mitad de los argentinos están en la pobreza. La pobreza directamente no genera acción colectiva. Muchas veces, más bien lo que genera es abatimiento.

Aplaca, como en el resto de los países de América Latina.

Totalmente. Hay rebeldía, como por ejemplo en Chile, cuando se da lo que un politólogo americano llamaba la curva J: sube y, en el momento que declina, dice: “Pero todos lo ganado se los llevaron otros y ahora, cuando me tocaba a mí, resulta que no alcanza el dinero”. Ahí está la rebeldía. En la Argentina tenés un problema porque lo que era la acción colectiva piquetera era en realidad un desfile de Giordano, porque la plata ya estaba. Eso no cambió, lo que cambiaron fueron los intermediarios. Sacaste los intermediarios y apareció la idea de orden, pero tenés cantidades de gente no productiva y muchas provincias no productivas. El conurbano es eso. El conurbano no es el fracaso de Buenos Aires, es el fracaso de las provincias para mantener gente ocupada y con futuro.

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¿Cuál es tu pronóstico para diciembre del año próximo? ¿Coincidís con Pichetto en que el año próximo la relación del Gobierno con la sociedad va a ser distinta que la actual?

Si sigue así, obviamente. Pero para poder representar una sociedad necesita representantes, pero también necesitás una materia sobre la cual asentarse. El simple odio, el hastío, fue a favor de Milei. Y yo creo que el plan B o A del Gobierno no es sacar las reformas. Por un lado es mostrar crueldad y reformas a Estados Unidos, que es el que está sosteniendo el país. No lo dice esto el PRT, lo dicen los economistas. Estamos sostenidos por este apoyo.

Por el otro lado, tenés una sociedad que está todavía esperanzada, y esa esperanza se debe también a una polarización donde hay mucha bronca social que yo no veía en la Argentina. Inclusive, te diría que llega al racismo. Hay una conexión entre Estado, kirchnerismo y pobreza que no veía. Yo nací en Quilmes, donde íbamos todos juntos a la escuela. Ahora hay una ruptura brutal, y me parece que esto es muy peligroso.

Si siguen llegando dólares por estos mecanismos de bicicleta financiera, ya lo vivimos en la Argentina. Eso aplaca a los sectores sociales. Claro que le falta la pata de cómo hacer que llegue a la gente, pero hay mecanismos que le van a permitir al Gobierno sustentarse si es que tiene dólares. Yo no sé si va a tener dólares porque las exportaciones están deprimidas. Depende básicamente de generar esta cuestión de que no puede haber corrida, porque si hay algún conato del mercado, Washington pone plata.

¿Le ves posibilidades de plasticidad, no solamente actoral sino discursiva, a Milei? ¿O el hecho de haber adoptado, consciente o inconscientemente, la tesis de lo que él entiende que es la escuela económica austríaca y no solamente el libertarismo, sino podríamos decir también el anarcocapitalismo, es un cepo a su flexibilidad y no va a poder adaptarse a los tiempos?

Es una gran pregunta. Uno diría que en estas épocas mediáticas uno se construye en relación al otro, hay como una especie de contrato tácito. Cambiar significa también decepcionar. Porque él generó un personaje, el de este superhéroe que viene a combatir el mal. Cuando vos sos un superhéroe, no construís escuelas. Nadie le pidió a Batman una escuela. Nadie le pidió a Superman que los precios bajen en el supermercado. Batman viene a salvar a Ciudad Gótica del mal. Mientras, existe la ilusión de que esto es así.

Milei ha hecho cosas muy interesantes. El gran logro del Gobierno fue evitar una crisis sistémica. El problema es que no usufructuó lo que sucede cuando hay una crisis sistémica, que es una enorme devaluación y falta de capacidad de consumo que te permite evitar el pass through. Acá no tuviste esto. Al contrario, tuviste licuación, el dólar te quedó barato, estimulaste esa importación y se fueron los dólares. Los gobiernos populistas de izquierda lo que hacen es derrochar pesos. Los gobiernos populistas de derecha derrochan dólares.

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