jueves, 4 septiembre, 2025

El conjuro 4: últimos ritos, escenas de terror potentes en un film que no alcanza a las dos primeras entregas

El conjuro 4: últimos ritos (The Conjuring: Last Rites, Reino Unido-EE.UU./ 2025). Dirección: Michael Chaves. Guion: Ian Goldberg, Richard Naing, David Leslie Johnson-McGoldrick. Fotografía: Eli Born. Edición: Elliot Greenberg, Gregory Plotkin. Elenco: Vera Farmiga, Patrick Wilson, Mia Tomlinson, Ben Hardy, Steve Coulter. Calificación: Apta para mayores de 13 años. Distribuidora: Warner. Duración: 135 minutos. Nuestra opinión: buena.

Con El conjuro 4: últimos ritos, la saga cinematográfica de los Warren llega a su fin. Este cierre de la tetralogía, que tiene a los investigadores paranormales Lorraine y Ed Warren como protagonistas, mantiene algunas de los características particulares que hicieron de El conjuro un fenómeno del cine de terror del siglo XXI. Sin embargo, el film no alcanza la sofisticación visual y narrativa de las dos primeras entregas.

La explicación más evidente para este deslucimiento de las últimas dos películas de la serie tiene que ver con el cambio de director. James Wan ya había generado un impacto en el panorama del cine de terror con El juego del miedo y La noche del demonio cuando dirigió El conjuro. El film, inspirado en la historia real del matrimonio Warren y sus investigaciones paranormales, marcó un regreso, temático y estético, a un tipo de películas del género que fueron furor en la década del 70, como El exorcista y La profecía.

El éxito derivó en una secuela, en la que Wan demostró su capacidad para conjurar esas referencias de la historia del cine, en una película con una puesta en escena sofisticada, que expresaba una historia que tenía tanto de drama familiar como de terror sobrenatural. Como en los mejores ejemplos del género, el clima de terror, el suspenso y hasta los golpes de efecto para generar sustos, convivían y se potenciaban con un relato anclado en la humanidad y las relaciones familiares.

Hay un intento de seguir por esa senda en El conjuro 4: Últimos ritos, pero se produce un desequilibrio entre los elementos, que la hace quedarse a mitad de camino. Michael Chaves, quien relevó a Wan en la tercera película y dirigió algunos de los spin-off menos inspirados del universo de El conjuro, construye algunas escenas de terror potentes y con cierto ingenio, pero quedan esparcidas entre un entretejido de dos historias familiares, que se estira demasiado y va perdiendo fuerza.

Vera Farmiga y Patrick Wilson, estupendos en sus roles en El conjuro 4

En el film, los Warren se involucran en un último caso para ayudar a la familia Smurl, cuyo hogar se ve amenazado por una presencia sobrenatural, que se manifiesta a través de un espejo antiguo. Ed y Lorraine, interpretados por los magníficos Patrick Wilson y Vera Farmiga, cuentan con la colaboración de su hija Judy (Mia Tomlinson), ya adulta, quien tiene una conexión con lo paranormal desde chica. No es la primera vez que se encuentran con ese espejo y lo que sea que está detrás, y su historia familiar se va revelando, al mismo tiempo que se desarrolla la terrorífica situación en la casa de los Smurl.

Delinear bien a los personajes y sus mundos particulares es fundamental en una película de terror, que necesita que el público esté involucrado con ellos, para que el efecto del horror sea mayor. Esa búsqueda está en El conjuro 4: últimos ritos, pero termina siendo contraproducente por disgregarse.

Algunos de los elementos que fueron exitosos en las dos primeras películas, en esta cuarta entrega se vuelven en contra. No solo pasa con la atención al detalle de los personajes y sus ambientes, que funcionaron a la perfección antes y no fueron bien manejados en este nuevo film, sino también con la utilización de varios lugares comunes del cine de terror.

Desde las muñecas malditas hasta los sótanos y áticos embrujados, El conjuro jugó, en sus primeras dos entregas, a darle nueva vida a los clichés y probar que podían volver a ser parte de una narración que se tomaba al terror en serio. En esta última película de la saga, su acumulación ya no tiene el mismo efecto, sino que se asemeja a la repetición de una receta.

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