viernes, 1 agosto, 2025

La Argentina le devolvió la vida: sobrevivió a seis campos de concentración y, al borde de la muerte, conoció el amor

  • 17 minutos de lectura

Levi Lerman tenía 14 años el 1° de septiembre de 1939. Ese viernes, este joven judío, al igual que el resto de los estudiantes de la ciudad polaca de Ostrowiec, debía comenzar su ciclo lectivo. Pero las escuelas no abrieron sus puertas por un motivo de peso: ese mismo día, Alemania, liderada por Adolf Hitler, había invadido Polonia, lo que daba inicio a un episodio que cambiaría trágicamente la historia del siglo XX, la Segunda Guerra Mundial.

A partir de esa jornada, la vida daría un giro drástico para el adolescente Levi, que iba a sentir en carne propia todo el horror de lo que fueron capaces los nazis en su propósito de aniquilar a los judíos del territorio polaco y de los demás países bajo su dominio.

Levi Lerman y su padre Chil Majer Lerman estuvieron en el campo de extermino de Auschwitz haciendo trabajos forzados entre septiembre de 1944 y enero de 1945Daniel Dessein

La cruel maquinaria de los alemanes acabaría con gran parte de la familia del muchacho. Además, tanto él como su padre conocerían los rigores del trabajo esclavo y pasarían años en distintos campos de concentración y exterminio creados por el país invasor. Entre ellos, el de Auschwitz, donde fueron asesinados 1.100.000 judíos.

Todas estas experiencias límite del joven Lerman, que lo pusieron varias veces al borde de la muerte, están narradas en El chico que sobrevivió a Auschwitz, el libro escrito por Adriana Lerman. La autora , que es argentina y, además, familiar de Levi -él es primo hermano de su padre- reconstruyó la historia real del muchacho que, luego de la segunda guerra, se mudó a Buenos Aires para empezar una nueva vida.

Chil Majer es el tío abuelo de Adriana Lerman, y sobrevivió junto a su hijo Levi un tortuoso devenir bajo el yugo de los nazisGza. Adriana Lerman

“Mi objetivo es poder rescatar y contar esta biografía personal desde lo íntimo, por eso está escrita en primera persona. También quería dar a conocer qué pasó con mi familia, darle un nombre a sus integrantes y además contar lo que ocurrió con los judíos. Para no repetir, para no olvidar, para enseñar esta historia”, comenta Lerman en un diálogo con LA NACION en el que repasa la dolorosa odisea de Levi y su conmovedora resiliencia.

-Adriana, ¿cómo era la vida de Levi antes de la guerra?

-Él nació en Ostrowiec, una ciudad industrial muy importante en el sudeste de Polonia. Vivía en un shtetl, que es una gran comunidad judía. Su familia, que era religiosa, se dedicaba al comercio. Su padre, Chil Majer Lerman, tenía una mercería. Pero también era una persona muy sabia a quien muchos acudían en busca de consejos. Levi era un chico muy alegre y travieso al que la vida le va a cambiar drásticamente. Tenía tres hermanos.

El chico que sobrevivió a Auschwitz, de Adriana LermanGza. Adriana Lerman

-¿Cuáles son los primeros cambios cuando llegan los alemanes?

-Imaginate, un pueblo donde vos como chico andabas por las calles, jugabas con tus amigos y de repente tenés a los alemanes caminando por todos lados, con perros ladrando, o con los tanques. Pronto empiezan los saqueos de mercadería a los negocios de los judíos, les cortan la barba a los padres religiosos de los amigos de Levi, como una forma de humillarlos, o directamente confiscan los comercios y los ocupan ellos para asegurarse “la fortaleza de Alemania”. Les quitan todas las libertades, hay toque de queda a las 6 de la tarde… Comienza un calvario para ellos.

-¿Cuándo toma conciencia Levi de que esta invasión podía acabar con su vida y la de su familia?

-Tanto Levi como su padre viven muchos episodios en los que se salvan de morir. El primero para él fue cuando baja al patio interno de su casa y se acerca un soldado alemán y le apunta con el arma directamente a la cabeza. Parecía que estaba a punto de disparar, pero él se salva de casualidad cuando viene el cuidador del patio y le dice al alemán que Levi “era un niño polaco” (con esto daba a entender que no se trataba de un chico judío).

Adolf Hitler, el dictador alemán que desencadenó la Segunda Guerra Mundial y determinó el exterminio de los judíosGETTY IMAGES

Esa fue la primera conmoción que sufrió Levi tras la ocupación alemana. Pronto las cosas iban a empeorar. Lerman registra en su libro que, en diciembre de 1939, los nazis comenzaron a expulsar judíos de los distintos pueblos cercanos para llevarlos a Ostrowiec, que era una urbe industrial.

“La ciudad, que tenía 11.000 habitantes judíos, pasó a tener 15.000″, cuenta la autora, que añade que estos refugiados debieron hospedarse en casas de los locales, “en los cuartitos donde se estudiaba, en altillos, en sótanos”. El papá de Levi, por caso, albergó en su casa a dos familias.

Hendla Lerman, sobrina de Salomón que murió en una epidemia de tifus por las malas condiciones sanitarias a la que fue sometida por los ocupantes nazisGza. Adriana Lerman

“Así que imaginate la hambruna con semejante aumento de la población. Empiezan con los cupones de racionamiento, te quitan el trabajo y no tenés ni siquiera entrada de plata… es así como la vida te puede cambiar en un segundo”, sintetiza la escritora. Las malas condiciones de vida provocan una epidemia de tifus que se lleva la vida de Hendla, la hermana mayo de Levi, con 17 años.

El primero de abril de 1941 los alemanes crean el gueto de Ostrowiec. Cercan con tablones de madera un área de cuatro kilómetros cuadrados de la ciudad donde conminan al hacinamiento a los judíos. Varios carteles a la vista de todos advierten: “¡Peligro! Ostrowiec: la salida no autorizada de judíos locales se castiga con la muerte».

ARCHIVO – Un grupo de judíos, entre ellos un niño pequeño, es escoltado fuera del gueto de Varsovia por soldados alemanes el 19 de abril; una situación similar vivieron los judíos de Ostrowiec, la ciudad donde vivió Levi lerman de 1943. (AP foto, archivo)AP

-Adriana, por lo que contás en el libro, en ese tiempo para los judíos lo que te podía salvar la vida era tener una carta de trabajo, ¿cómo es esto?

-Sí, una carta de trabajo podía salvarte de la muerte, porque para los nazis los menores de 18 y los abuelos, digamos, la gente mayor, eran inservibles para trabajar en la industria y directamente los deportaban. Solo tenían posibilidad de sobrevivir los que conseguían papeles para trabajar en un trabajo esclavo, extenuante, sin paga. Era un desastre.

-¿Era muy difícil conseguir uno de esos papeles?

-Sí. Chil Majer, el papá de Levi, tenía una gran desesperación por conseguir esas cartas para su familia. Fue terrible. Pudo conseguir para él y para Levi… en esta última tuvo que falsificar la fecha de nacimiento porque su hijo era menor. Pero el resto, finalmente no los pudo conseguir.

Tarjeta con el membrete de la mercería Lerman, que fue confiscada por los alemanes y nunca fue devuelta a sus dueños originales, ni siquiera luego de la Segunda GuerraGza. Adriana Lerman
Levi Lerman, joven judío polaco, pasó entre los 14 y los 20 años bajo el dominio del ejército naziGza. Adriana Lerman

-¿Entonces qué pasó?

-El 11 de octubre de 1942 los alemanes hicieron lo que se llamó la liquidación del gueto de Ostrowiec. Ellos decían que era el día del reasentamiento. No decían “vamos a liquidar un gueto” ni “los vamos a llevar a un campo de concentración”. Decían “vamos a reasentarlos”. Por eso fijate que cuando ves películas sobre el Holocausto ves a la gente con valijitas, porque creen que van a ir a otro lugar.

-Pero no los reasentaron.

-No. En un solo día llevaron el 80 por ciento de la población judía de Ostrowiec al campo de exterminio de Treblinka, donde fueron asesinados. Muchos otros lo que hicieron fue esconderse dentro de las casas porque no querían ser llevados, que fue el caso de la familia de Chil Majer y Levi.

Una imagen del campo de concentración de Auschwitz Birkenau, por donde pasaron Levi Lerman y su padre Chil Majeryad va shem

-¿Y qué pasó con ellos?

-Cuando Levi estaba trabajando en una fábrica de acero llegó alguien que le contó que los familiares del muchacho habían sido descubiertos en el ático de su casa y llevados a los trenes. El chico se enteró de este modo que había perdido a su madre, sus hermanos, su abuela, sus tíos y también a sus pequeños primos, de 6 y 2 años. Todos deportados a Treblinka.

¿Cómo siguió la vida de Levi y su papá después de eso?

-Un tiempo después de la liquidación del gueto, ellos viven en otro lugar mucho más reducido que se llama pequeño gueto, de tan solo tres manzanas. Más tarde, también liquidan ese lugar y a ellos los llevan al primer campo de trabajo que es en Czestocice, no muy lejos, donde viven en barracones. Mientras Levi trabaja en la fábrica de acero, su papá lo hace en la fábrica de ladrillos Jaeger. Por supuesto, estos lugares fueron apropiados por los alemanes, que los utilizan en beneficio propio.

Acceso al campo de exterminio de Auschwitz Birkenau, con el cartel «El trabajo los hará libres»EricBery – Shutterstock

-¿Cómo eran las condiciones de trabajo?

-Los tienen trabajando 12 horas sin parar. Están demacrados y con hambre. Comen al final de la jornada apenas una sopa insulsa, hecha con cáscara de papas, donde a veces encuentran, con suerte, un pedazo de papa o un pan lleno de moho.

-¿Hasta cuándo estuvieron allí?

-Hasta que liquidan este campo de trabajo, el 2 de agosto de 1944, cuando los deportan al campo de exterminio de Auschwitz. Viajan en esos trenes de ganado, en vagones donde en lugar de entrar 50 personas entran 300, todos apretujados, sin comida, sin bebida, de una manera que nadie puede llegar a imaginar. Y cuando llegan ven ese cartel en el acceso que dice “El trabajo los hará libres”, que era obviamente una total mentira, porque era un campo de exterminio. Allí les cortan el pelo y les tatúan un número. En el caso de Levi fue el B5083. Auschwitz fue el único campo de concentración que aplicó tatuajes a sus prisioneros.

Los prisioneros de Auschwitz llegaban al lugar hacinados en vagones de trenIntere

-¿Cómo evitaron ellos ser exterminados?

-Mirá, hay una parte que yo cuento que los llevan a las duchas. A ellos les habían contado sobre las supuestas duchas -que eran cámaras de gas- y pensaban que ese era su final. “¿Ahora entonces termina mi vida?”, se preguntó Levi. Pero de las ducha cayó el agua. Y no, no los mataron. Entonces tuvieron un golpe de suerte, porque hacía falta mano de obra en Buna Monowitz, que era conocido como Auschwitz III, era un subcampo de Auschwitz. Los necesitaban allí para reparar instalaciones, porque ya habían empezado los bombardeos. Además, trabajaban también en una fábrica de caucho, IG Farben.

-Allí hay un episodio en el libro en que Levi le salva la vida a su padre, ¿cómo sucedió eso?

-Sí, eso es en septiembre de 1944. En los campos de trabajo y exterminio había constantemente selecciones para ver qué prisioneros estaban aptos físicamente para el trabajo esclavo. En el caso de Auschwitz III, los que ya no “servían” más eran llevados de vuelta a Auschwitz Birkenau para ser asesinados. Así que durante una nueva selección, como Levi sabía que su padre estaba demasiado débil y no pasaría la evaluación, decidió tomar su lugar. Él ya había sido evaluado como apto por los hombres de las SS, pero regresó a la fila de los que esperaban la examinación y tomó el lugar de su padre, al que le cambió su carta de identificación. Su padre se escabulló al sitio donde estaban los “aptos”, Levi fue evaluado en su lugar y logró que le sellaran la aprobación en la carta de trabajo de su padre.

La inhumanas condiciones en las que vivían los prisioneros en el campo de concentración de Auschwitz-BirkenauArchivo

-¿Cómo es que se van de Auschwitz?

-El 18 de enero de 1945, te digo la fecha porque paradójicamente fue ocho días antes de que el ejército rojo liberara Auschwitz, los alemanes se llevan a todos los trabajadores esclavos que estaban ahí en lo que se llamó una marcha de la muerte. Como los aliados se están acercando, los nazis hacen un último intento de salvarse y se llevan con ellos a los pocos judíos que quedan para evitar que sean liberados. Caminan sobre la nieve profunda 48 horas, unos 72 kilómetros hasta llegar a Gleiwitz, que es otro subcampo de Auschwitz. Otra vez se salvan de la muerte, fatigados bajo el frío extremo, desnutridos, sin comida, solo con el uniforme a rayas y con suecos de madera que ni siquiera le protegían los pies. Muchos prisioneros caían como moscas en el camino. A Chil Majer, que no podía más, lo salva su hijo que lo arrastra por el camino junto a otros dos amigos. Es un milagro cómo se salvaron. Y por la fortaleza de Levi que se dice así mismo: “Yo quiero vivir, quiero salir de esta, quiero reír, quiero amar”.

-¿A ellos les llegaba el rumor o la esperanza de que los aliados estaban prontos a liberarlos?

-Sí, pero parecía que nunca llegaban los aliados. Está esa desesperación que todo el tiempo escuchan los estallidos de las bombas y ven incluso un reflejo rojizo en el cielo y se dan cuenta y se preguntan: “¿Pero por qué no vienen? ¿Por qué no bombardean las vías del tren para evitar que nos sigan trasladando?“. El papá de Levi dice que no cree más en nada pero su hijo le replica: ”Ya van a llegar, quedate tranquilo».

Los hermanos de Levi, tanto como su madre, tíos y primos, fueron asesinados en el campo de concentración de TreblinkaGza. Adriana Lerman

-¿En Gleiwitz hay una nueva selección?

-Sí, y Chil Majer quedó del lado de los “débiles”. Y directamente los matan, les empiezan a disparar. Es un episodio súper trágico. Los hombres gritando el Shema Israel y el Viddui, la oración de los moribundos. Es terrible porque Levi ve a su padre cómo cae. Sin embargo, su papá se salvó. No le llegó ninguna bala y pudo mimetizarse con los sanos y salir a salvo. Había logrado evadir su propia muerte.

-¿Todavía les esperaba algo más después de todo eso?

-Sí, el 22 de enero de 1945 los deportaron de Gleiwitz. Otra vez en tren los llevan durante ocho días y ocho noches, en una travesía infernal, a otro campo de concentración, esta vez en Alemania, que se llama Dora Mittelbau.

Bergen Belsen, primer campo liberado por las fuerzas aliadasBBC

-¿Qué hacen allí?

-Otra vez trabajo esclavo con la producción de misiles B1 y B2 en túneles subterráneos. Trabajan bajo la tierra, sin luz. No sé cómo hicieron para resistir, porque ya están en las últimas. No tienen fuerza para nada, imaginate que ya están en un estado deplorable.

-¿Allí son liberados?

-No. Los alemanes los siguen trasladando en su intento de escaparse, y los llevan a Bergen Belsen. Cinco días y cinco noches en tren. Ahí sí, finalmente son liberados con la llegada al lugar de la 11° División Armada del Ejército Británico. Es el 15 de abril de 1945. El daño que habían hecho los alemanes a los prisioneros era tan grande que unos 10.000 judíos murieron después de la liberación porque no pudieron ser salvados. Estaban desnutridos o con enfermedades, como el tifus. Los ingleses quemaron las barracas para evitar esa epidemia.

Tropas británicas incendian las barracas del campo de concentración de Bergen Belsen luego de liberarlo, para terminar con la epidemia de tifusGza. Adriana Lerman

-Pero Levi y su padre sobreviven.

-Sí. Se crea el campo de refugiados de Bergen Belsen, que es el más grande que existió después de la guerra y bueno, acá hay una vuelta a la vida. Creo que una de las partes más importantes de mi libro, la que más me gusta contar es que luego de la liberación, ellos pasan de ser números, personas anónimas, como fantasmas, a personas que vuelven a llamarse por sus nombres, a tener vida otra vez y volver al círculo de la vida.

-¿Vuelven a tener identidad?

-Sí. Yo tengo las fotocopias de algunos documentos que les dieron. No solamente tienen los datos del nombre, el apellido y fecha de nacimiento, también el color de ojos, color de pelo, estatura, oficio. O sea, los rasgos que lo describen como persona. También los organismos internacionales les preguntan si tienen algún pariente para contactar.

Levi Lerman y Lola se casaron en el campo de regugiados de Bergen Belsen, luego de ser liberados por las tropas británicasGza. Adriana Lerman

-Un cambio total después de tanta crueldad.

-Sí, es la vuelta a la vida. Empiezan a tener oficios, a hablar, a volver de a poco. Hay un montón de casamientos, porque están desesperados por volver a vivir, no querían perder el tiempo. Levi conoce ahí mismo a Lola Richter, con quien se casa y fue su esposa toda la vida.

Adriana Lerman tiene 53 años, es farmacéutica, docente de hebreo y escritora. Comenzó en este último camino cuando se adentró en una gran cantidad de documentos que había dejado su abuelo, Salomón Lerman, fallecido en 2002.

Lola y Levi en el memorial de Bergen Belsen, en 1946Gza. Adriana Lerman

Así, la autora, junto a su padre Natalio, comenzaron a desentrañar la historia de Salomón, que pudo escapar de Polonia hacia la Argentina antes de que la criminal maquinaria nazi comenzara a funcionar contra los judíos. La historia de Salomón está reflejada en el primer libro de Lerman, El dolor de estar vivo, del año 2024.

Pero Adriana sintió la necesidad de completar la saga de sus antepasados y decidió narrar en El chico que sobrevivió a Auschwitz, el tortuoso viaje por el infierno de odio que llevaron adelante su tío abuelo Chil Majer Lerman y, especialmente, el hijo de este, Levi Lerman.

Ellos fueron, junto con Salomón, los únicos familiares de la rama paterna de la familia de la autora que sobrevivieron al holocausto.

Adriana Lerman con su libro El chico que sobrevivió a Auschwitz, sobre la vida de un familiar suyo, Levi Lerman, que pudo salir con vida del holocausto naziGza. Adriana Lerman

-Adriana, ¿cómo fue que Chil Majer y Levi y su esposa Lola también llegan a la Argentina?

-No les fue fácil llegar a Buenos Aires. Ellos son liberados en 1945 y llegan acá en septiembre de 1947. Todo lo que fueron los trámites para poder venir fue muy difícil. Llegan a través de Uruguay subvencionados por el Joint y otras organizaciones de ayuda. Acá se reencuentran con Salomón, mi abuelo, que es el único pariente vivo que les quedaba.

El documento que le dieron a Levi Lerman después de la liberación dvolvía formalmente una identidad que por seis años había sido borradaGza. Adriana Lerman

-¿Cómo fue ese reencuentro?

-Fue en el puerto de Montevideo. Imaginate que mi abuelo no los veía desde el año 1937, cuando logra escapar de su ciudad natal y llegar a la Argentina. Fue un reencuentro en el que no hacen falta las palabras. Yo digo que Levi lo ve a su tío y ve los mismos ojitos celestes y aguados como eran siempre pero mucho más tristes. Se dan un abrazo intenso entre todos y empieza la nueva vida.

-¿Van a vivir con Salomón?

-Sí, al principio él los recibe en su casa. Hay una parte muy linda que cuento de cuando celebran el shabat en Buenos Aires. Porque en los peores momentos en los campos de concentración, Levi añoraba algo tan sencillo como volver a comer en un mantel blanco. Y en esa celebración se le da y él dice: “Por fin estoy comiendo en un mantel blanco”.

El documento que le dieron a Chil Majer luego de la liberación de Bergen BelsenGza. Adriana Lerman
Chil Majer y Levi Lerman, padre e hijo sobrevivieron al holocausto y llegaron a la Argentina en 1945Gza. Adriana Lerman

-Algo tan sencillo se convirtió en un lujo, un símbolo de vida

-Fue la vuelta a la vida, es la familia, es salir adelante a pesar de todo, con fortaleza. El pueblo judío somos un pueblo resiliente, con ganas de vivir, de formar nuevos árboles de la vida. Levi y Lola tuvieron hijas y nietos y lograron salir adelante.

-Adriana, ¿cuál era tu objetivo al escribir tanto la historia de tu abuelo como ahora esta de Levi?

-En ese sentido lo divido dos partes que creo que fueron una misión cumplida. Por un lado, rescatar la historia y conocer qué pasó en mi familia, darles nombre y apellido a sus integrantes, devolverles la voz, hacerles un tributo. Por el otro, transmitir a la gente lo que pasó, que conozcan esta historia para no repetirla, para no olvidarla, para enseñarla.

Chil Majer y su nuera Lola, esposa de Levi Lerman, en su llegada al puerto de MontevideoGza. Adriana Lerman
Un rretrato de juventud de Salomón Lerman, cuyo nombre en Polonia era Shlomo y en idish, Szlama, el abuelo de Adriana Lerman y protagonista del primer libro de la autora, El dolor de estar vivoGza. Adriana Lerman

-¿Por qué pensás que, en la mayoría de los casos, ellos murieron sin contar demasiado todo lo que habían sufrido?

-Creo que porque todo el dolor que llevaban adentro preferían no pasárselo a sus hijos. No querían hablar porque no querían transmitir el dolor y para poder decirse, de paso, “yo necesito empezar una vida desde cero”.

-Pero finalmente esa historia fue contada, en este caso por vos.

-Creo que fue la función de los nietos. Poder rescatar lo que pasó y poder rearmarlo a través de todas las pistas que dejaron. O sea, no pudieron hablarlo, pero nos dejaron testimonios, escritos y documentos súper valiosos. Y digo que hoy por fin voy a contar la historia que ni mi abuelo, ni Levi (fallecido en 2000) ni Chil Majer (fallecido en 1979) pudieron contar.

Levi y Lola Lerman, el matrimonio que es un símbolo de la resilienciaGza. Adriana Lerman

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