Con el paso de los años los gustos de los consumidores van mutando. Prefieren otro tipo de carrocerías, líneas diferentes, ópticas con otro estilo y diferentes despejes del suelo. Por supuesto la posición de las automotrices ante estas situaciones no es pasiva, sino que participan del proceso buscando presentarle al público sus innovaciones y cambios, a veces para abaratar costos y en otras ocasiones para marcar una nueva tendencia.
Y en ese recorrido, el tipo de carrocería que genera furor en el público es la de los SUV, sigla en inglés para Sport Utility Vehicle, cuya traducción significa vehículo utilitario deportivo, toda una declaración que en su mismo nombre marque la intención de presentarse como un crossover entre dos segmentos. El SUV original nace como un vehículo con estructura de chasis tipo pickup, diseñado para desenvolverse con prestancia de manera similar a un todoterreno (sin alcanzar ese nivel), tracción integral y una carrocería de estilo familiar con espacio para transportar entre cinco y ocho pasajeros. Una concepción distinta a la que se tiene hoy del vehículo, donde prácticamente cualquier modelo que no sea una pickup, auto chico, utilitario o deportivo es un SUV.
La popularidad del segmento generó cada vez se sumen más marcas a la tendencia, implementando nuevos modelos en la categoría. Además del crecimiento en la oferta de este tipo de vehículos, el público los recibió con los brazos abiertos, lo que provocó que se volviesen sumamente populares y se fabriquen en múltiples tamaños, características y prestaciones, deformando el concepto original.
Al ser tantos modelos y versiones que se implementaron en el segmento se generó que se tenga que crear una clasificación interna de los mismos. Los A-SUV representan la puerta de entrada a este universo, aunque en muchos casos podrían no ser considerados verdaderos SUV. Se trata, en esencia, de autos urbanos con estética aventurera: presentan una mayor distancia al suelo, protecciones plásticas en los guardabarros y detalles como barras en el techo, lo que les da un aire todoterreno más visual que funcional. Estos modelos miden menos de cuatro metros de largo y, por lo general, están equipados con motores de potencia limitada, que en muchos casos no superan los 100 CV, adoptan la pertenencia al segmento más por moda que por un reflejo real de sus características.
Un escalón por encima aparecen los B-SUV, que oscilan entre los 4 y 4,25 metros de largo. Aunque podrían competir en tamaño con los hatchbacks compactos, su origen está en plataformas del segmento B, es decir, de autos subcompactos. Sus motores suelen desarrollar entre 120 y 140 CV.
La categoría siguiente, la de los C-SUV, incluye vehículos de entre 4,4 y 4,7 metros de longitud. Estos modelos suelen estar pensados para el uso familiar, ofreciendo habitabilidad, seguridad y confort. La mayoría equipa motorizaciones de cuatro cilindros, con potencias cercanas a los 250 CV.
En los D-SUV —los llamados medianos— la capacidad ya permite transportar hasta siete ocupantes. Están construidos sobre arquitecturas derivadas de pickups o sedanes de gran tamaño, y suelen contar con motores V6 o bien con bloques turboalimentados de cuatro cilindros. Sus dimensiones varían entre los 4,7 y los 5 metros.
Finalmente, aparecen aquellos más grandes, que agrupan a los modelos de más de cinco metros de largo, concebidos para ofrecer el máximo nivel de lujo. En este segmento predominan los motores V8, aunque algunas variantes recurren a opciones V6 turbo para equilibrar potencia y eficiencia.