La familia Monreal ha acumulado durante décadas concesiones para explotar 843 mil metros cúbicos anuales de agua del acuífero Aguanaval, un manto subterráneo sobreexplotado en Fresnillo.
Los beneficiarios, entre ellos Felipe Monreal Huerta, el gobernador David Monreal, el senador Saúl Monreal y los diputados Cándido y Elías Monreal, obtuvieron permisos entre 1999 y 2020 para uso agrícola y otros fines, ignorando las reglas de cuidado hídrico en una región que enfrenta escasez grave.
Este comportamiento demuestra la consolidación de un cacicazgo familiar en Zacatecas y una flagrante contradicción con el discurso de “austeridad” que Morena utiliza para engañar al electorado.
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Aguas privilegiadas en un Zacatecas sediento
Mientras el acuífero Aguanaval enfrenta un débito de 89 millones de m³ al año, la familia política dominante sigue extrayendo agua sin restricciones.
El gobernador David Monreal y el senador Saúl Monrealmantienen sus concesiones sin obstáculos. En contraste, la población urbana y rural sufre cortes constantes y el sector agrícola enfrenta crisis económicas por la falta de agua.
Este uso privilegiado confirma que el clan controla no solo las políticas públicas, sino también los recursos indispensables para la vida.
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Empresas, ranchos y nepotismo sin freno
La red de influencias del clan Monreal no se limita al agua. Poseen ranchos de lujo y empresas como la planta de chiles de Cándido Monreal, que fue incautada por la Sedena en 2009 tras hallarse marihuana. Sin embargo, ninguno de los involucrados ha enfrentado consecuencias legales serias.
El nepotismo se mantiene gracias a la protección partidista. Saúl Monreal aspira a la gubernatura de Zacatecas, pese a las supuestas reglas internas de Morena contra la promoción familiar directa. Es una jugada cínica respaldada por la impunidad que garantiza el control absoluto del partido.
Austeridad simulada, privilegios reales
La imagen pública de Morena se derrumba ante el uso patrimonial del Estado para beneficio personal. Mientras miles de zacatecanos enfrentan sequías, el agua queda en manos del mercado privilegiado de los Monreal.
La retórica anticorrupción de Morena es selectiva: funciona solo cuando no afecta a su círculo cercano. Cuando los intereses del poder están en juego, las reglas dejan de aplicarse.
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Riesgo ambiental y político para México
El manejo irresponsable del agua por parte de los Monreal no solo amenaza el subsuelo de Fresnillo. También sienta precedentes peligrosos sobre el uso de recursos naturales como moneda de cambio electoral. Las familias políticas transforman concesiones públicas en botines familiares.
El Estado mexicano demuestra que está dispuesto a tolerar la corrupción de su propia élite, reforzando privilegios mientras exige austeridad al ciudadano común.
La historia del clan Monreal ilustra con crudeza la contradicción entre el discurso de Morena y su práctica política real. Mientras presumen austeridad, permiten que una familia concentre concesiones de agua en un estado que agoniza de sed. El uso patrimonial del poder público es corrupción, pero también una afrenta a la función pública.
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Si no hay reformas reales y sanciones efectivas, este caso será solo el comienzo de un esquema extendido.
Las élites morenistas seguirán usando al Estado para sostener dinastías de privilegio y nepotismo, sin rendir cuentas. México no solo se está quedando sin agua, también se queda sin autoridad legítima que lo represente.