sábado, 15 febrero, 2025

Milei con lo peor de cada casa

Milei ha llevado su servilismo a niveles de asombro. No le basta con ser el lacayo más cariñoso de Donald Trump, el primer presidente delincuente de los EEUU. No le alcanza con babosearse cholulamente ante el fascista Elon Musk, rogándole inversiones que nunca llegan, ni considera suficiente poner en los altares de la admiración neofascista al criminal de guerra israelí Netanyahu, condenado por la ONU y los Tribunales Internacionales.

Milei siempre está dispuesto a brindar sus mimos a lo peor de cada casa, sin importarle en absoluto implicar a Argentina en sus delirios vergonzantes de súbdito obediente.

Tampoco pierde un segundo para ejercer su matonismo verbal, sus amenazas desorbitadas, histéricas y fanfarronas contra todo lo que, abajo, se mueva y lo cuestione o lo contradiga, en una réplica berreta de Mussolini.

No obstante, sus ataques de furia aparentemente incontrolados, los controla a tal punto que, cuando está frente a los gánsters que ostentan el poder nacional y más todavía, mundial, se transforma en un animalito dócil y cariñoso.

Los dueños del circo, nacional y mundial, dejan que se crea un emperador del neoliberalismo mientras siga protegiendo y aumentando sus intereses. No le dan importancia a su parloteo liberal, que expone como si hubiera inventado él las recetas que difunde, archisabidas y superadas. Les viene bien, por otra parte, pasarle la mano por el lomo de vez en cuando, para tenerlo manso a sus pies.

Volviendo a casa, en esas amenazas con insultos de barra brava no está solo. José L. Espert hace gala también de una prepotencia de matón de barrio, pero lejos del barrio y por los medios. En este caso, igual que su jefe por otra parte, amparado por una impunidad insólita en una democracia, inclusive supuesta, como la de este gobierno.

Para pasar de los insultos a los hechos tienen a Patricia Bullrich, que en su afán represivo ya suma algunos asesinatos y varios heridos en su lamentable y triste historia.

El fútbol y la mafia

Por si fuera poco, Milei, que arrasa con todos los bienes comunes y los pone en manos privadas y millonarias, no abandona su empeño por privatizar los clubes de fútbol.

Ahora ha respondido al interés de los hermanos Mas Canosa, tenebrosos capos del submundo turbio y ultraderechista de Miami y los recibió en la Casa Rosada como a héroes del mundo libre. Llegaron con sonrisas estremecedoras, repartiendo camisetas firmadas de Messi, estrella del equipo del que son dueños junto a otro gran acaparador de dólares que en otros tiempos fue jugador: David Beckham. Sin duda, Maradona hay uno solo, dentro y fuera de la cancha.

Decía Menotti que cuando la pelota saltó de la cancha a los escritorios, se terminó el fútbol que amábamos.
Ahora, en Argentina, está dando otro salto mucho peor que el anterior. De los escritorios a los bolsillos de las grandes y sospechosas fortunas, los fondos buitre y los buitres de Miami.

Vienen con espejitos de colores para tratar de engañarnos: no quieren convertir los clubes en sociedades anónimas, dicen, solo quieren invertir en los jugadores. Como en Estudiantes de la Plata, por ejemplo, que los inversores ponen 5 millones de dólares por año (¡un contrato por 30 años!) y se llevan los derechos del 80% de todos los jugadores del club, incluidos infantiles y femenino. En este caso no es que la mentira tenga patas cortas, es tan evidente que hay que cerrar los ojos para no verla.

No hay que olvidarse de Adorni, que le pagan una fortuna para que todo esto, toda esta barbaridad antidemocrática de insultos, amenazas, represión y privatización de los bienes comunes, lo venda a quien quiera comprarlo y a las mentes incautas, como la libertad y la nueva política, en realidad tan vieja como la mentira que la maquilla.

Nos queda decir no

El camino es el que siempre recorrió y recorren las clases populares. Es tan grande el atropello y el saqueo de esta dictadura civil que en algún momento el pueblo explotará, como ya lo está haciendo. No hay adivino ni rey que le pueda marcar el camino, cantaba Zitarrosa, pero sí que es necesaria la organización para aunar las fuerzas que ellos quieren dispersar.

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