“En algún momento va a haber que reformar la Constitución para poder sacar una ley de coparticipación, y para hacerlo tiene que haber un proyecto de país. La ley es la que organiza la distribución de los recursos fiscales, los recursos impositivos de todo el país y, si vos vas a distribuir algo, tenés que saber para qué lo vas a hacer”, planteó inicialmente; y aseguró que la “Argentina es un país que adolece de un proyecto nacional”.
González además recalcó que, “acá también hay dos países; está el país central, Buenos Aires, y el norte argentino y el mismo sur”. Señalando, a modo de ejemplo para dimensionar los contrastes de nuestro territorio, que “la provincia de Buenos Aires es más grande que Uruguay, con una economía de alto grado de desarrollo industrial y de producción primaria. Y el bonaerense es un buen tipo, pero su mundo no mira al resto del país”.
“La política que se practicó en la época en que la ejercí con intensidad, era de territorio. Conozco todas las localidades del Chaco, sé cómo se entra cada pueblo golpeando alguna puerta, y capaz que muchos se van muriendo, porque tengo 80 años. Esa política desapareció. No quiero que los gobiernos nos tengan lástima, sino que simplemente nos conozcan y definan qué es lo que quieren hacer con esto. Este es un país difícil, muy extenso y complicado”, analizó.
Hacia dentro del peronismo
Consultado al respecto, Rafael González no eludió referirse a la situación interna del espacio político al que pertenece, apuntando que “el peronismo tiene una ambición de solucionar los problemas sociales, pero creo que perdimos un poco el rumbo de cobcretarlo sobre la base de una política consistente”.
“Gobernar es crear trabajo y creo que hoy tenemos que volver a determinados fundamentos adaptados a la circunstancia, a la realidad que ha cambiad, y no nos podemos manejar con el espejo retrovisor mirando para atrás. Hoy hay otra situación”, apuntó.
Recalcando que “también hay que terminar un poco con toda la ferocidad de enfrentamiento político-partidario, como si fuera un partido de fútbol. Eso no sirve más para nada”.
El PJ chaqueño
“Globalmente creo que Chaco es una provincia muy beneficiada con la distribución de los recursos federales. Lamentablemente en los últimos 30 años no ha sabido aprovechar esta ventaja comparativa con otras provincias del Norte, para afianzar su desarrollo sobre bases ciertas”, comenzó diciendo Rafael González.
Añadiendo que “tenemos muchas carencias que hay que atender con una economía de base primaria, por eso hay que hacer crecer lo industrial, sino entonces se va ampliando la brecha de la asimetría social en la provincia del Chaco. Y eso no es bueno”.
Admitió que, ”somos una provincia con una sociedad que es un crisol de razas, con mucha inmigración centroeuropea y una población autóctona importante”; considerando que ”es difícil de manejarla”.
No obstante, destacó que “se hizo muchísimo durante el gobierno de Capitanich, que es un hacedor, volcando recursos a la infraestructura. Se trabajó en productos terminados, redes de agua y energía, a las que hay que pagarlas, y debe hacerse con mejores servicio. Somos también una provincia que siempre va a necesitar un fuerte papel del Estado en lo económico, como en el sostenimiento de la población”.
Pasando al plano político partidario, afirmó que, “no me cae bien que no tengamos capacidad de autocrítica en el peronismo. Así no vamos a poder convencer a la gente para justificar porqué tenemos que volver al gobierno”.
Iracundia presidencial
En su mirada a la actual gestión empoderada en la Casa Rosada, confesó que, “no me gusta este Gobierno nacional, su agresividad, el maltrato. Creo en otro tipo de actividad, en el consenso y el acuerdo. Fui intendente teniendo un Concejo de 9 concejales, dos tercios de la oposición y 3 oficialistas. Sin embargo, lo que no hice, fue porque no quise, no pude o no tuve capacidad de ejecutarlo. Y aún hoy tengo una excelente relación con aquellos concejales opositores, como Irene Dumrauf o Carlos Salom”.
A su entender, asegura que “hay mucha inexperiencia en el ejercicio de la función pública. Tenemos que saber capitalizar la experiencia ajena, porque la película no empieza cuando uno llega, y hay que dejarse ayudar. Tuve colaboradores en distintos momentos de la función pública con los que no compartíamos ideales políticos, pero lo hacían con dedicación porque ése era su trabajo”.
Finalizó sus reflexiones acotando que “de la política uno sale con los pies para adelante, como decía Bittel. No hago más proselitismo, pero nunca perdés las ganas de hacer política, porque uno tiene que ser responsable y consciente de sus propias limitaciones”.