jueves, 26 diciembre, 2024

La pelea en el PJ pega en el gobierno de Kicillof: la interna puede terminar con salidas de funcionarios?

Axel Kicillof se ubicó en un lugar que incomoda tanto como irrita a Cristina Fernández y a La Cámpora. Se instaló en el sitial de «víctima» de un ataque combinado. Tanto de la ex presidenta, que lo acusó de «traidor», como de sus asociados temporales de la agrupación que lidera Máximo Kirchner, a quienes cuestionó porque «no acompañan» o intentan obstruir su gestión.

Sentado sobre esa poltrona podría seguir por un tiempo con el manejo del gobierno de la Provincia sin que las esquirlas de la disputa por el liderazgo peronista impacten de lleno en la dinámica de la gestión cotidiana.

Pero esa presunta tranquilidad podría tener derivaciones en el mediano plazo, según dijeron a Clarín fuentes que recorren los pasillos de la Gobernación en La Plata. Kicillof convive en el gabinete con cuatro ministros que reportan de manera directa al hijo de la ex vicepresidenta.

Este lunes sería el inicio de la primera semana luego de la ruptura explícita entre Fernández y Kicillof. Con el proceso de elecciones internas en el PJ Nacional corriendo por los andariveles legales y después de un fin de semana de definiciones contundentes.

El viernes se supo que Cristina habló en una reunión sindical de «los Poncio Pilatos y los Judas» del peronismo y cuestionó la postura de «indefinición» del gobernador bonaerense. Desde el cristinismo profundizaron ese mensaje. Oscar Parrilli, Anabel Fernández Sagasti y otros plantearon, casi exigieron, al mandatario provincial que convalide la postulación de la viuda de Nestor Kirchner para conducir al PJ. Una novedosa forma de clamor exigido.

Horas antes, Kicillof había convocado a entre 20 y 30 mil personas en su acto por el “Dia de la Lealtad”, en Berisso, donde se cantó «Axel Presidente», sin que el proclamado esquivara la alusión.

El sábado tomó la decisión que algunos esperaban para ese jueves de movilización. En una carta que publicó en redes y plataformas Kicillof envió un mensaje a La Cámpora y al PJ Bonaerense. «No puedo convalidar el equivocado mecanismo de que cualquier diferencia o crítica desate el disciplinamiento», planteó, y reclamó «el pleno acompañamiento del peronismo de mi provincia».

Se quejó -y aquí se internó en el rol de víctima- porque «últimamente sectores de nuestra fuerza política (…) han decidido criticarme mucho y acompañarme poco». Y encadenó esa frase con una distinción: «no tuve ni tengo la necesidad de agredir a nadie para expresar el reclamo de un mayor respaldo al gobierno provincial».

En ningún párrafo se pronunció a favor de la postulación de la ex presidenta. Tampoco lo hizo en contra. Se postuló “prescindente”. Pero al mismo tiempo reconoció a su mentora y se esforzó en halagos sobre su trayectoria. Esas palabras constituyen un escudo: no se le podría reprochar fidelidad hacia Cristina sin que aparezca esa crítica, como un despecho.

A pesar de la dureza de su mensaje, llevó tranquilidad hacia adentro de su gobierno: «Sobre quienes forman parte del gabinete, estoy orgulloso del trabajo que vienen haciendo y que deseo que sigan realizando», planteó, atajándose ante posibles fugas del camporismo bonaerense.

Martín Mena (Justicia), Nicolás Kreplak (Salud), Daniela Vilar (Medio Ambiente) y Florencia Saintout (instituto Cultural) integran el equipo del gobernador y están alineados con Cristina y su hijo natural, Máximo.

No habría (pedidos de) renuncias o repliegues estratégicos en las próximas semanas. «Nadie piensa en vaciar el gabinete porque estarían convalidando esa postura de victimización», evaluaban este domingo en la capital bonaerense.

Kicillof debe seguir el dia a dia de la administración bonaerense. En el organigrama que lleva su firma tiene ese panorama: cuatro funcionarios a los que sostiene por el momento y no tiene contemplado cambios. «Es un gabinete loteado, pero todos están coordinados por ahora. No sabemos cuánto durará esta paz«, especulan en el palacio de gobierno.

Diferente es el escenario en la Legislatura. Allí Kicillof tendrá una batalla clave con la discusión del Presupuesto 2025. Ya tuvo dificultades para avanzar con algunas propuestas por la dispersión y las dificultades para coagular distintas fuerzas en el Parlamento.

La Cámpora cuenta como propios a 15 diputados de un bloque que 37. Habría por lo menos dos más que reportan directo a Cristina. Imposible avanzar en un proyecto si esas bancas no se suman. En el Senado habría cinco camporistas “puros”; uno que responde a Sabbatella y dos “cristinistas”. Otra vez: la mitad de la cámara son 23 senadores. Si de 21 oficialistas, un puñado de entre 6 y 8 no se alinean, no hay ley para Kicillof.

El presupuesto debería comenzar su tratamiento en pocas semanas. Es la única iniciativa en agenda que le queda a la Legislatura. Con este escenario de colisión es difícil que el gobernador tenga su cálculo de gastos y recursos para el segundo año de su segundo mandato.

La Plata (Corresponsalía)

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