Gladys Rivas compartió con TN su inspiradora historia de emprendedorismo y resiliencia. Cultiva plantas aromáticas, destila aceites esenciales y elabora productos de cuidado para la piel, en la tierra donde nació.
En el corazón del Valle de Uco, Mendoza, Gladys Rivas vive una historia de resiliencia. Después de regresar a la tierra donde nació, desde Buenos Aires, empezó a cultivar lavanda, orégano, romero y otras plantas aromáticas como base para sus productos de cosmética terapéutica.
“La cosecha la realizamos nosotros, hacemos todo a pulmón”, le contó a TN, refiriéndose al trabajo en equipo con su hijo y otros colaboradores en 6 hectáreas de campos alquilados. Y con planes de expandirse al paraje Altamira.
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Hace una década, el viaje desde Buenos Aires a Mendoza marcó el comienzo de su pasión por la cosmética terapéutica. “Todo empezó a partir de una planta de lavanda que traje conmigo”, recordó. Esa planta inspiró sus primeras maceraciones y la llevó a explorar el potencial de las aromáticas que la rodeaban.
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“Yo cultivo plantas aromáticas como el tomillo, y destilo aceites esenciales para crear cosmética orgánica y terapéutica”, explicó. La lavanda, una de sus principales cultivos, es clave en sus productos. “Al usar aceites esenciales, eso hace a la verdadera aromática”, agregó.
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Cuando se le preguntó sobre sus inicios, Rivas reveló su naturaleza: “Soy autodidacta y tengo un ingeniero químico que me ayuda, y me ha brindado su conocimiento”.
En su viaje emprendedor, Gladys encontró en las plantas aromáticas la esencia de su negocio
Con esfuerzo y dedicación, convirtió su pasión en una exitosa empresa, ofreciendo productos naturales y beneficiosos para la piel. “Producimos shampoo y jabones, los hacemos como lo hacen los franceses. Los jabones se curan durante 90 días. Estos jabones son utilizados por personas con problemas de piel, y trabajamos con aceites esenciales”.
En este contexto, el camino comenzó hace seis años cuando descubrió el poder curativo de las plantas. “Empecé haciendo brumas energéticas con la planta de ruda, ya que sufría de ataques de pánico y ansiedad. Descubrí que las plantas me hacían bien”, compartió.
Este hallazgo la llevó a adquirir un alambique y a destilar aceites esenciales de forma tradicional, asegurando la pureza y calidad de cada gota.
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Con el respaldo del desarrollo de su actividad en Tunuyán, el intendente solicitó autorización para habilitarla como el único establecimiento herbal en su pueblo. “Proceso todas las hierbas aromáticas”, destacó. En tanto, Rivas lleva adelante su plantación en Chilecito, en el Valle de Uco de Mendoza, donde cultiva lavanda, romero y orégano para sus productos cosméticos terapéuticos. “Lo bueno de esto es que está hecho con hidrolato y aceite, y te brinda el 99% de las propiedades”, enfatizó.
Con la lavanda como protagonista, destacó sus cualidades relajantes y nutritivas para la piel. “La lavanda es la reina de las plantas”, afirmó. Sus productos, lejos de la producción industrializada, son considerados artículos de lujo. Con tres puntos de venta en Mendoza y envíos a todo el país, Pachaholisty continúa ofreciendo “aceites esenciales de alta calidad y cosmética orgánica”.
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Al respecto, señaló que no solo produce cosmética terapéutica, sino que también fue testigo del impacto positivo que sus productos tienen en la salud de las personas. “Hay personas que han tenido problemas de rosáceas en la piel y después de usar la crema de lavanda mejoraron”, afirmó orgullosa.
Finalmente, explicó que uno de los puntos de venta de los productos es una bodega. “Viene gente de todas las partes del mundo y se han quedado fascinados. En la Argentina se necesita conocer más”, destacó.
Su objetivo es mantener la esencia artesanal y exclusiva, asegurando que cada artículo pase por sus manos y refleje su dedicación y pasión por la cosmética terapéutica.