Boca: los motivos por los que Riquelme está desencantado con Almirón que se juega mucho frente a Palmeiras

Cuentan quienes estaban a su lado, que ni siquiera pudo tragar el último sorbo del mate. A Juan Román Riquelme no le pasaba por la garganta. Ni siquiera esperó que terminara el Superclásico. Bajó al vestuario, como después de aquella derrota ante Gimnasia el 31 de octubre de 2021. Entonces, los hizo bajar del micro. Esta vez, no fue necesario. El vicepresidente ídolo entendió que necesitaba respaldar a los jugadores porque se viene Palmeiras, ni más ni menos, el partido más importante de su gestión. También, porque ya empieza a mostrar señales de desencanto con Jorge Almirón, que se juega mucho más que el pase a la final este jueves en el Allianz Arena de San Pablo.

Almirón está a dos partidos de transformarse en el Toto Lorenzo, Carlos Bianchi y Miguel Angel Russo o a noventa minutos de terminar como Ricardo Lavolpe o el Bichi Borghi. Así es el Mundo Boca que no ofrece términos medios. Y que Riquelme haya descendido de su palco al interior del camarín, ese espacio exclusivo para los futbolistas y el técnico, encierra un mensaje fuerte. A Sebastián Battaglia no le gustó y a partir de ese momento, la relación con su ex compañero se erosionó. El actual entrenador todavía no se refirió al tema.

¿Qué les dijo Román a los jugadores? Palabras más, palabras menos, según pudo reconstruir Clarín, buscó enarbolar una arenga. “El clásico ya pasó, ahora hay que enfocarse en el partido del jueves que es muy importante”, le expresó al plantel. Y buscó que se apoyaran en su figura. “Si hay algún problema o necesitan conversar conmigo, tienen las puertas abiertas”, agregó.

De acuerdo a los testigos, no hubo tirón de orejas ni gritos. Por el contrario, Riquelme eligió el camino de la motivación. Está claro que el líder del Consejo de Fútbol observa que hace falta una reacción. No obstante, su disconformidad no está vinculada con el rendimiento de los jugadores, más allá de sus desniveles, sino con el entrenador.

Almirón, en la caída frente a River en cancha de Boca.  Foto: EFE Almirón, en la caída frente a River en cancha de Boca. Foto: EFE “Fuimos a buscar al Almirón de Lanús, que atacaba en todas las canchas, y nos encontramos con un entrenador demasiado conservador”, deslizaron en los pasillos del predio de Ezeiza, base del equipo de trabajo de Riquelme, que no está feliz con el nivel que está mostrando Boca y con los constantes cambios que hace el entrenador.

Basta repasar los números de un ciclo que ya lleva 36 partidos, con 10 victorias, 10 empates y 11 derrotas, 40 goles a favor y 30 en contra. Hasta aquí, obtuvo el 53% de los puntos, el equipo llegó a la semifinal de la Libertadores y a los cuartos de final de la Copa Argentina, instancia en la que deberá enfrentar a Talleres.

El tema es cuando se desmenuzan estos números. De agosto a la fecha, cuando empezaron los octavos de final de la Libertadores, Boca jugó 13 partidos y solo ganó 2 (Platense 3 a 1 y Central Córdoba 3 a 0). Superó a Nacional, Racing y Almagro por penales y apenas marcó 9 goles en cuatro partidos. La falta de contundencia preocupa a Riquelme, pero mucho más la cantidad de variantes que hizo el entrenador. De esos 39 partidos, Almirón presentó 38 formaciones diferentes con distintos esquemas que abarcaron desde el 5-3-2 con el que estrenó el cargo ante San Lorenzo (derrota 1 a 0) al 4-1-4-1 que pergeñó para el Superclásico (caída 2 a 0). También probó con el 4-4-2, el 4-3-3, el 4-2-3-1 y 4-3-1-2.

Y así como se destacó el acierto de Luis Advíncula en la función de extremo, un puesto que el peruano conocía de sus comienzo en Sporting Cristal pero Almirón rescató para su equipo, fue llamativo el experimento de Lucas Blondel como volante por derecha.

El Superclásico le quedó muy incómodo a Boca. Foto: AFPEl Superclásico le quedó muy incómodo a Boca. Foto: AFPLa última vez que Román se manifestó públicamente fue el 25 de septiembre, tres días antes del choque de ida con Palmeiras en la Bombonera. Entonces, le preguntaron por Almirón. “Al técnico lo veo bien”, contestó y no se podía esperar otra respuesta, está claro. Luego, analizó: “Tenemos un grupo de jugadores, gente grande mezclada con chicos. Se han acostumbrado a competir. Lógico que tengan buenos partidos como en Santiago y después bajen un poco. No es fácil estar en semis de la Copa. ¿Tienen que jugar mejor? Seguro. Si queremos competir hasta el final de la Libertadores, sabemos que tenemos que hacer las cosas muy bien».

Los resultados mandan, está claro. Y en Boca no piensan en otra cosa que sortear a Palmeiras y volver a jugar la final después de cinco años. Battaglia e Ibarra, ambos con dos títulos en su haber y socios de Román en sus tiempos de gloria, fueron despedidos por el flojo nivel del equipo. Almirón no le está encontrando la vuelta.

Hay una falta de autocrítica que Riquelme también observa en el técnico. Es cierto que Andrés Merlos dirigió mal y se comió la infracción de Paulo Díaz sobre Marcelo Weigandt que derivó en el gol de Salomón Rondón; no obstante, Almirón eligió cargar las tintas sobre el árbitro en lugar de analizar el mal funcionamiento. Jugar bien no es opcional para Román. Lo contrató para ganar, está claro, pero también por esa identidad que supo imprimirle a Lanús. Almirón necesitará volver a las fuentes y lograr una reacción de sus dirigidos ante los brasileños o su futuro asoma poco prometedor.

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